Un caballero en Moscú


Un caballero en Moscú se puede ver en Paramount+.

Algunos libros son difíciles de filmar, y la televisión muchas veces lo intenta sin demasiado éxito. Otros, sin embargo, se prestan como anillo al dedo para la pantalla chica. La novela de Amor Towles de 2016, Un Caballero en Moscú, podría haber sido diseñado como un drama de época atractivo y encantador, exclusivamente para televisión, afortunadamente cumple con la segunda condición, y el resultado es atractivo,  encantador y conmovedor para los más sensibles. En la actualidad en Chile está en emisión en Paramount+.

El escenario de la historia es el siguiente: en el Moscú de 1921, cuatro años después de la revolución, la aristocracia sin derechos del país se enfrenta a juicios sumarios y ejecuciones. El conde Alexander Ilyich Rostov (Ewan McGregor) – Sasha para sus amigos, «Su Excelencia» para la menguante minoría de rusos que aún reconocen los titulos honoríficos – parece ser el siguiente en la lista, pero se salva de la muerte por el sorprendente hecho de ser el autor acreditado de un fértil poema revolucionario.

Como los moderados no quieren que Rostov muera, pero los partidarios de la línea dura quieren tenerlo vigilado, los bolcheviques planean para él un inusual encarcelamiento. Se le devuelve al magnífico y antiguo Hotel Metropol, donde ha estado viviendo recientemente. Deberá renunciar a sus posesiones y a su dinero, y cambiar su suite por una fría y estrecha habitación en una buhardilla antiguamente destinada a los sirvientes de los aristócratas huéspedes del hotel. Mientras se ciña a las reglas impuestas por las autoridades, su comida y alojamiento serán gratuitos de por vida. Pero si alguna vez pone un pie fuera del hotel, será fusilado sin mayores trámites.

En estas condiciones el conde dispone de tiempo ilimitado para entablar amistad con los demás residentes del hotel, así como con los camareros, el barbero, la costurera, el conserje, los músicos que vienen a tocar y las personalidades que van y vienen como huéspedes. Está bien preparado para conocer a cualquiera que, como él, sea bueno de corazón y sociablemente talentoso, ya que es un sibarita, un pensador, un bebedor, un lector y un luchador, el tipo de excéntrico y educado que posee una habilidad latente o una anécdota increíble para cualquier situación nueva. Al contemplar sus rizos tipo Einstein y su majestuoso bigote, el deseo de sentarse frente a él en la cena y ser corregido acerca de qué vino complementaría mejor el plato de pescado, es poderoso.

La serie interpreta su mundo de fantasía encerrado en un globo de nieve de forma impecable, sobre todo una vez que se ha unido al conde una curiosa niña de nueve años. Nina (Alexa Goodall), quien no tiene la responsabilidad de ningún padre atento, y sabe dónde encontrar todos los pasadizos secretos del hotel, las escaleras ocultas y las polvorientas habitaciones cerradas llenas de tesoros confiscados. La niña también está fascinada por el glamour real del mundo que el conde solía conocer. Con su propia familia perdida, el aristócrata sin hijos tiene ahora una vivaz discípula a la que debe inspirar y proteger. O tal vez sea al revés.

El escenario es ideal con un eternamente gélido Moscú, y un obsesionado guardián bolchevique sin sonrisa empeñado en encontrar una razón para matar al conde – y con razones para tener esperanzas, debido a la negativa imprudente y extravagante del hombre a hacer lo que le parezca. El primer episodio está protagonizado por Paul Ready, como un príncipe caído que encuentra consuelo tocando a Rachmaninov al violín, y que intenta convencer al conde para que se una a un improbable plan de huida que consiste en caminar hasta Minsk disfrazado.Le sigue más tarde Mary Elizabeth Winstead como el principal interés amoroso, una astuta y asertiva estrella de cine.

Un Caballero en Moscú, se convierte entonces en un atrapador escenario dramático con un mensaje optimista y esperanzador que requiere una gran actuación principal para que todas las piezas encajen perfectamente. Afortunadamente, el Rostov de McGregor es embriagador cuando el personaje gana y conmovedor cuando el actor deja que la gran tristeza que hay en el fondo de este hombre ignorante se refleje en sus ojos. La postura y el modo de andar de McGregor, precisos y correctos pero con la arrogancia de alguien cuya actitud por defecto es deleitarse con lo que sea que venga a continuación, son tan clave para el ambiente de Rostov como su llamativo «moustache»

La ligereza política de «Un caballero en Moscú» frente a los horrores que significó la Revolución Rusa permite desplegar la historia del personaje sin distraernos demasiado con el histórico hito. Los acontecimientos que giran al interior del Metropol sin embargo, hacen que nuestra estancia en él como espectadores sea placentera.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.